viernes, 6 de junio de 2014

RETAZOS DE MEMORIAS


Ella sale del hospital algo agitada. Busca en su bolso favorito el teléfono que compró la Navidad pasada con tanta emoción y marca un teléfono de forma instintiva. Camina con la mirada clavada en el piso, distraída, concentrada en la conversación que la perturba. De pronto algunas lágrimas saltan en sus ojos, justo como las que alguna vez acompañaron sus risas contagiosas e interminables.

Lleva puesta una chaqueta negra, aquella que le regaló su hermana en el cumpleaños del año pasado, la que había querido tener con tantas ansias desde que la vio colgada en la vitrina de una tienda josefina. Ese mismo cumpleaños, luego de un año de ahorros, ella aprovechó para comprarse el reloj que usa diariamente. El mismo que esta mañana marca las 7.35 a.m.

Su paso lo marcan unos zapatos desgastados que alguna vez adquirió rápidamente para salir de un apuro. Su deterioro denota la comodidad que por años le han brindado a sus pies, con lo cual se han convertido en su calzado favorito para atender asuntos que requieran largos periodos de pie.

Por ahora su angustia es abrumadora y acapara todo indicio de luz, como si se tratara del abrazo de la sombra de un árbol de Guanacaste. El dolor de una noticia consume sus pensamientos y probablemente los objetos que la acompañan también se empañarán de gris, pues al final eso somos: retazos de momentos felices y no tan felices, aprisionados en el significado personal de las cosas que nos acompañan hasta que se dejan olvidados en la caja de cartón que escogimos para resguardar nuestra colección de recuerdos.

Katmarce—