sábado, 1 de septiembre de 2012

CON EL APAGÓN, ¡QUÉ COSAS SUCEDEN!…

Así lucía el celular durante el "apagón"

Pasaba la hora de almuerzo.  Yo estaba sentada en mi puesto de trabajo, celular a mi derecha, computadora al frente. Escribía un correo, mientras escuchaba música en una emisora por Internet. De pronto, la música se detuvo. No hice mucho caso, pues es normal que a veces la conexión inalámbrica se interrumpa. Pasaban varios minutos y el silencio continuaba... Refresqué el navegador y: "¡No hay conexión del todo!".

Busqué mi celular y me di cuenta que tampoco tenía señal de Internet, al mismo tiempo que la señal telefónica indicaba este pequeño mensaje: “sin servicio”... Me dije para mis adentros: “¡calma, calma!… Pronto se solucionará…

Pasaron los minutos y las horas y la situación se prolongaba. El caos se empezó a adueñar de la oficina en el momento en que mis compañeras comenzaban a actuar como un avispero alborotado, cuando se percataron de que hacía falta el compañero imprescindible en nuestro día a día.

Y es que este “impasse” nos permitió conversar un rato y ver más allá del embrujo cautivante de la tecnología. Interesante fue escuchar la teoría de una de las intelectuales de mi oficina, quien me insistía en que nuestra misma necesidad de mantener la privacidad nos está haciendo regresar a una etapa de desconexión.  Según su punto de vista, la misma conectividad y la facilidad que nos brinda Internet para conversar con nuestros amigos y familiares en cualquier momento nos está arrastrando hacia el ahogamiento.  “Con un dedo nos sentimos cerca y con el mismo nos desconectamos”, aseguraba.

Esta frase tiene un gran sentido; lamentablemente, no creo que eso suceda.  Hace un tiempo atrás iniciamos un proceso irreversible que cada vez nos está haciendo más dependientes de la tecnología. Incluso, algunos estudios han demostrado que esta necesidad de conexión le genera a las nuevas generaciones ansiedades y enfermedades creadas por la falta de esta cuasi-droga.

El “apagón” experimentado en días pasados es un ejemplo de cómo puede afectarnos tanto a nivel personal, como laboral. A pesar de que necesitaba llamar a mis papás y no pude hacerlo en ese momento, esa interrupción del servicio también me dio un espacio para disfrutar de una entretenida conversación con mis compañeras, aprovechar el silencio de un viaje en bus, apreciar la lluvia a través de la ventana y conciliar el sueño sin escribir un último “tweet”.

Katmarce—