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Foto facilitada por Carlos Chacón conlaluzdisponible.blogspot.com |
A veces me
siento como en otra dimensión. Desde que era apenas un retoño, he visto pasar muchos
soles y lunas y con cierta nostalgia me percato que mi ecosistema ha cambiado.
No tengo
noción del conteo usual que algunos hacen del tiempo, pero aún así me divierto cada
nueva jornada. Recuerdo cuando solo podía disfrutar la compañía de pequeñas
plantas e insectos, muy cerca del suelo húmedo. Hoy, estoy un poco más
solitario, pues mi estatura elevada roza los límites del cielo y son pocos los
que pueden llegar hasta acá, pero aún así soy feliz.
La neblina
muchas veces es mi abrigo y el viento incansablemente alborota mi verde
cabellera larga, como si fueran las manos cariñosas de un enamorado afectuoso. Esas
mismas ráfagas fogosas son las que han moldeado mi columna vertebral para
doblegarla hasta hacerla más aerodinámica y facilitar su rutinario paso. A
pesar de esta soledad tan fresca, nunca falta la compañía fugaz de algunos
visitantes que disfrutan posarse en mis ramas o me acarician desde la corpulencia
de mis raíces.
Mi
ecosistema ha sufrido cambios. Desde esta altura ahora veo pasar, a cierta
distancia de mi hogar, animales de mediana estatura, con caparazones de metal
brillante. Sus formas cuadradas están sostenidas por patas redondas y he
deducido que esto les facilita merodear a gran velocidad por un camino abierto y
continuo. Debido a la transparencia del estómago de algunos, he advertido figuras
en movimiento ahí adentro y yo me pregunto: “¿será que esos animales devoran
vivas a sus presas?”…
Lamentablemente,
durante el transcurso de mi existencia, algunos como yo han sido cruelmente asesinados.
Los he visto suplicar clemencia y he llorado con ellos su partida. Ahora somos
pocos los que seguimos en pie. Lo único que espero es que en este espacio desde donde
a veces divaga mi consciencia, se me permita envejecer al ritmo natural de mi corpulento
tronco y seguir disfrutando de los días soleados de verdes parajes, las
madrugadas frías de rocío y escarcha y las tardes misteriosas de helada neblina.
… A veces
me siento en otra dimensión porque realmente he sido testigo presencial de la
transición amenazadora del tiempo y el espacio en manos de aquel que fue llamado
a cuidar este planeta.
Katmarce—