jueves, 15 de marzo de 2012

MARYLIN MONROE: UN CORAZÓN INSATISFECHO


Hace unos días tuve el placer de disfrutar “My week with Marilyn”, una de las películas mencionadas en la reciente premiación de los Oscar por la actuación de Michelle Williams, quien estuvo nominada como mejor actriz y a quien conocí como la chica problemática en Dawson’s Creek (supongo que el bloguero crítico de TV, Sergio, la recordará ahí igual que yo)… ¿Quién iba a decir que llegaría tan lejos?...

No voy a profundizar en temas técnicos de la película, ese campo se lo dejo al Sr. Venegas; aunque solo diré que el producto final me pareció bastante agradable. Una historia liviana, entretenida, bien contada y con actuaciones convincentes, aunque nada espectaculares (punto y aparte podría ser el caso de Williams)…

…  Y digo “podría ser” porque me parece que hacer el papel de Marilyn no tiene mucha ciencia aún con los conflictos personales que le aquejaban al personaje (tal y como lo comentaba con Carlos, otro de mis amigos blogueros).  Es decir, si comparamos esta actuación con la de Meryl Streep (en "Iron Lady"), además de ver la diferencia histriónica, encontramos una dificultad y diferencia importantes entre uno y otro papel (y si no están de acuerdo conmigo, los invito a que pasen al Submarino, se sirvan un cafecito y debatan un rato).

En fin… Además de compartir esa percepción personal de la película, también quiero mencionar otro tema más de fondo. Se trata del amargo de boca que me quedó al ver cómo una mujer tan bella y tan querida, al punto que se pudo jactar de tener a todo un país bajo sus pies, sufriera tanto y no encontrara la paz y el amor que ella anhelaba.

Al menos eso es lo que deduzco de este relato de un pequeño instante en la vida de la actriz.  Todo apunta a que la soledad fue su compañera incansable y no hubo matrimonio, ni hubiera existido hijo (a) que la ahuyentara.  Monroe viajó a lugares hermosos, emocionó a miles de hombres, fue la modelo a seguir de miles de mujeres, se rodeó de lujos materiales, impuso una moda, se inmortalizó… pero… todo a costa de su alma carcomida por un vacío interno que la persiguió hasta la tumba.

¡Qué triste!... Y pensar que esta mujer no pedía más que ser amada, con sinceridad y compromiso, y no por ser Marilyn Monroe (la diva)… ¿Se podría?... Aunque creo que la parte más difícil la llevaba quien quisiera asumir el reto de demostrarle la realidad de sus sentimientos, porque ella nunca le creería a quienes intentaran acercarse de forma honesta y real (si es que hubo alguien así en el curso de su vida).

Katmarce--

jueves, 1 de marzo de 2012

AVENTURAS DE UNA CACERÍA DE TESOROS


Este es un ejemplo de una foto que me intriga...
Yo no sé cuántos de ustedes habrán tenido la oportunidad de visitar las ventas de antigüedades pero les puedo garantizar que es una experiencia sumamente interesante…

Desde hace unas semanas fui arrastrada por un amante de objetos inusuales hacia estos lugares de recuerdos casi borrados, de instantes oxidados y de logros casi enterrados. Su afición ha sido tan contagiante que me ha hecho sentir como si fuéramos los anfitriones de la serie de televisión “Cazadores de Tesoros”, que se transmite en History Channel.

Las visitas han dado sus frutos y juntos hemos descubierto joyitas invaluables, desde cuadros decorativos, documentos históricos, botellas de viejas bebidas (que aún contienen sus líquidos originales), piezas herrumbradas de anticuados artefactos de “avanzada”, colchones rotos, partes de servicios sanitarios, cartas no entregadas (o tal vez recibidas y ahora "desechadas") y fotografías de momentos de gran valor para los protagonistas.

La cantidad de sorpresas no me cabría en una sola entrada para enumerarlas, pero lo que sí es cierto es que ha sido emocionante surfear entre tanto tiliche viejo y verse atrapado por objetos de un valor considerable.

¿Qué les parece pasearse entre una colección de cartas que ofrecen una reconstrucción detallada de un momento de la vida de un fulano “X” y, de paso, permite dilucidar rasgos no muy evidentes de su personalidad?...

… ¿Y qué me dicen de las fotografías?...  Para mí eso es lo más intrigante… ¿Cómo llegaron a una tienda de antigüedades? ¿Quién consintió entregar parte de su vida para que se exhibiera a los cuatro vientos? ¿Qué secretos y preocupaciones encierran esas caras sonrientes en blanco y negro desteñido?...

Yo me divierto mientras me zambullo en este mar de pensamientos al recorrer cada una de las piezas que van apareciendo como pepitas de oro en las paredes de una mina.  Al final de la travesía, lo único que pido es que cuando yo ya no esté en este mundo, mis fotos más personales se mantengan alejadas de los estantes de las tiendas de antigüedades para que no estén disponibles a los ojos de cualquier curioso del futuro (como los míos y los de mi cómplice en estas búsquedas algo clandestinas).

Katmarce—