sábado, 20 de diciembre de 2014

MISMAS LUCHAS, DIFERENTES ESCENARIOS

Imagen tomada de www.teinteresa.es
Era una tarde madrileña. Entre la emoción del viaje, una larga caminata y un helado; mi novio y yo aprovechábamos un descanso en los alrededores del lago del Parque El Retiro para conversar y admirar cada detalle que se presentaba ante nuestros ojos. En ese recorrido visual mi mirada se posó en una familia musulmana que estaba almorzando en uno de los restaurantes, justo al frente de donde nos encontrábamos.

Se trataba de un hombre de tez morena, facciones duras, poco expresivas, quien disfrutaba de su comida en silencio, consumido por satisfacer sus propias necesidades. Justo a su lado estaba su hijo lidiando con su almuerzo, como lo hacen todos los más pequeños en sus primeras edades. El niño seguía las gentiles órdenes de su madre, quien estaba muy pendiente del comportamiento del menor, sin siquiera atreverse a cruzar palabra con el que suponía era su esposo, como si se tratara de un extraño malhumorado que se sienta en la mesa de la par de un restaurante de comida rápida.

Puede ser que mi helado fuera más grande de lo que recuerdo, pero el estar ahí me permitió observar esa interacción fría y rígida de ese hombre poco atento hacia esa mujer callada y hermética que desempeñaba sin titubeos su tarea de cuidadora. Al final, cuando el señor y el pequeño quedaron satisfechos, todos se marcharon.

Justo esta imagen asaltó mi mente cuando leí una de las notas donde se cuenta la historia de la pakistaní, Malala Yousafza, quien recientemente recibió el Premio Nobel de la Paz 2014. Una niña que, dos años atrás, trató de ser acallada por dos talibanes, mientras viajaba en el autobús escolar, solo por el hecho de haber expresar públicamente su deseo de ser libre y poder acceder al estudio.

Por esa valentía con la que defendió sus convicciones y por su lucha por un trato igualitario para las mujeres y su derecho a la educación, el pasado 10 de diciembre, Malala fue reconocida a nivel mundial.

Definitivamente, este acontecimiento se convierte en un gran avance para la humanidad, el cual se une a otros tantos realizados en el pasado; como el de aquella joven afroamericana, llamada Elizabeth Eckford, quien junto con un grupo de estudiantes de color, en 1957, entraron por primera vez a recibir clases en un colegio de Arkansas, abucheados por sus congéneres estadounidenses de tez blanca…

… Estas son las imágenes de quienes dan los primeros pasos, los más difíciles, en la construcción de la historia de la sociedad moderna; son las llamadas a abrir caminos hacia el respeto igualitario de los derechos fundamentales, con el fin de que menos mujeres asuman sumisamente roles otorgados por otros y no se vean obligadas a ocultar sus propios deseos bajo el velo grueso del machismo y la agresión.

Katmarce--

domingo, 12 de octubre de 2014

EN LA SOLEDAD DE LA PAMPA

Noche de luna llena. Fin de año. Me sentía lejana de la familia y de los amigos que celebraban con gran alegría la llegada de un nuevo año (en realidad, la fecha era solo una excusa para la fiesta). Alguna preocupación o descontento me hacía desear estar en la soledad de mi cuarto, debajo de mis cobijas y esperar el nuevo amanecer de forma solitaria y tranquila.

Simplemente me alejé de la algarabía y salí en busca de la casa que me daba refugio temporal durante esos días. La pampa guanacasteca abría a sus anchas sus brazos fraternos hacia mí, como lo hacían esos amigos enfiestados que rápidamente me querían con todo el alma al calor del alcohol.

Reconozco que desde el inicio sentía temor por el trayecto que me aguardaba, en solitario, pero lo preferí en lugar de esperar a que la fiesta acabara y el grupo me acompañara. Fue así como inicié el camino con el corazón acelerado, adentrándome en la anchura de la sabana iluminada solamente por la radiante luna llena que festejaba mi presencia.

El camino era largo, la soledad inmensa y el silencio relativo. El recorrido estuvo acompañado por algunos árboles corpulentos, de anchos ramales y tupido follaje, que se posaban en el camino solo para reírse de mi agitada respiración. Las sombras de sus brazos y algunos sonidos de la noche jugaban al póker con mi imaginación, con caras inexpresivas que no daban señas de sus intenciones ocultas.

Mientras tanto, mi mente no dejaba de pensar en las historias del pueblo, en especial la del “bulto”, una muy popular y que recién se había apoderado de mí. Trata de un hombre que fue masacrado y sus restos fueron envueltos y tirados por el asesino, en un lugar desconocido. Desde entonces, se dice que algunos aldeanos han visto un bulto en el camino, en noches como la que me rodeaba, y que un torso desnudo salía de su interior cuando se acercaban al paquete tendido.

El camino se hacía más largo, mientras pensaba en el “bulto” y lo veía oculto entre las sombras de los árboles, al acecho de mis miedos. Mis pasos se traslapaban con las hojas secas y mis sentidos empezaban a hacer de las suyas en las rondas sucias del juego por conducirme al pavor, como niños traviesos que se divierten con sus nuevos juguetes.

La luna, los árboles, las sombras, los sonidos… Mi corazón y mi respiración… Con toda esa mezcla llegué justo a la puerta de la casa que refugiaba mi cordura. Simplemente abrí la puerta, la tiré a mis espaldas y busqué de inmediato el salvador calor que se albergaba debajo de mis cobijas, sin siquiera tomarme el tiempo para cerrar con llave la fortaleza que me defendía del “bulto” y del torso errático que anda buscando una conexión con este mundo para encontrar la paz.

*La historia la tomé prestada de un relato que me contaron.

Katmarce--

lunes, 11 de agosto de 2014

ESAS COSAS DE LA VIDA...



Por cosas de la vida me la encuentro una vez más. El lugar no lo reconozco -obviamente-. Está acostada de lado, en una cama humilde. El aposento también es sencillo, muy rústico. Las paredes de madera si acaso alcanzan para resguardarse de la intemperie y el frío que reina afuera. Una manta frágil funciona como puerta y otro trapo deteriorado cubre su cuerpo débil.

Su dormir se ve interrumpido por una tos inconstante, se nota que está algo enferma... Yo prefiero alejarme del cuarto para dejarla continuar con su reposado descanso...

El sonido de la lluvia fuerte que interrumpe la madrugada callada me despierta y desvanece la imagen que recién me acompañaba... La recuerdo y elevo una oración por su alma...

Los sueños son esas cosas de la vida que nos permiten reencontrarnos con seres tan queridos y tan alejados en tiempo y espacio, como si fueran pasajes secretos hacia mundos paralelos.

Katmarce--

viernes, 6 de junio de 2014

RETAZOS DE MEMORIAS


Ella sale del hospital algo agitada. Busca en su bolso favorito el teléfono que compró la Navidad pasada con tanta emoción y marca un teléfono de forma instintiva. Camina con la mirada clavada en el piso, distraída, concentrada en la conversación que la perturba. De pronto algunas lágrimas saltan en sus ojos, justo como las que alguna vez acompañaron sus risas contagiosas e interminables.

Lleva puesta una chaqueta negra, aquella que le regaló su hermana en el cumpleaños del año pasado, la que había querido tener con tantas ansias desde que la vio colgada en la vitrina de una tienda josefina. Ese mismo cumpleaños, luego de un año de ahorros, ella aprovechó para comprarse el reloj que usa diariamente. El mismo que esta mañana marca las 7.35 a.m.

Su paso lo marcan unos zapatos desgastados que alguna vez adquirió rápidamente para salir de un apuro. Su deterioro denota la comodidad que por años le han brindado a sus pies, con lo cual se han convertido en su calzado favorito para atender asuntos que requieran largos periodos de pie.

Por ahora su angustia es abrumadora y acapara todo indicio de luz, como si se tratara del abrazo de la sombra de un árbol de Guanacaste. El dolor de una noticia consume sus pensamientos y probablemente los objetos que la acompañan también se empañarán de gris, pues al final eso somos: retazos de momentos felices y no tan felices, aprisionados en el significado personal de las cosas que nos acompañan hasta que se dejan olvidados en la caja de cartón que escogimos para resguardar nuestra colección de recuerdos.

Katmarce—

sábado, 3 de mayo de 2014

UNA "TAFIES" MUSICAL MUY PERSONAL


¿Cómo llegué a ese álbum doble de mi papá?... No lo sé con exactitud, eso solo lo podrían recordar mis progenitores… Lo cierto es que aún sin haber entrado al kínder, siendo hija única (en aquel momento), yo debía encontrar la diversión entre las matas de café que rodeaban la casa donde vivíamos, los árboles de naranja, jocotes, cas, mango y las chayoteras (que tanto me gustaban), entre otras riquezas; todo eso fertilizaba mi imaginación y me acompañaba en mis largos momentos de silencio (que aún me gusta conservar en ciertas circunstancias).

Pero llegó ese álbum doble, de portada plateada, con cuatro caras animadas. Las letras cursivas, celeste plata, decían “Rock ‘n Roll Music” (eso lo supe mucho tiempo después, por supuesto) y arriba el distintivo “The Beatles”… El hechizo llegó a mi vida… Ese disco, que un tiempo después desapareció de mi casa, fue mi compañero de juego recurrente. Tardes incontables escuchando esa música pegajosa y aunque no entendía ni una palabra, no hacía falta, yo igual la disfrutaba, la tarareaba y creo que hasta la bailaba…

Dejaré otras de mis anécdotas “beatlerianas” para posteriores entradas.  Por ahora, solo basta decir que han sido más de 30 años de admiración a la música de este grupo leyenda de todos los tiempos, periodo en el cual han desfilado ante mis curiosos ojos sus videos, caricaturas, especiales conmemorativos, sus películas, documentales, historias de conspiración... Todo eso ha alimentado una admiración única, tan grande como el submarino que da nombre a este blog y que bordea mi corazón…

De esta forma, queda bastante claro que uno de mis grandes deseos, cuando veía algunas presentaciones en blanco y negro, de The Beatles, en televisión, era convertirme en una de esas mujeres histéricas que tuvieron el privilegio de verlos –aunque tal vez no escucharlos- en vivo. Pero con la muerte de John y, la posterior partida de Harrison, esos sueños eran cada más platónicos.

El sueño hecho realidad.

Desde el año pasado, los rumores llegaban pero yo no creía… Hasta que este 1ero de mayo del 2014 lo vi ante mis ojos… Paul McCartney inundó el escenario del Estadio Nacional con su carisma, su majestuosidad, su alegría, su energía, su voz y su arte… Y en instantes me convertí en una de aquellas chicas histéricas de la tele que, en lugar de cantar y bailar, se ponían a llorar entre gritos ahogados y manías obsesivas… En mis adentros, siempre supe que sería así…

"All my loving" con la misma guitarra que usó
para componer esta canción
 A las 8.15 pm, Sir Paul abrió la "tafies" en suelo tico con “Eight Days a Week” y continuó un viaje entre aquellas canciones que pintaron mis tardes de juegos en soledad, que me acompañaron a superar desamores de una adolescencia complicada (como todas), decepciones en una sociedad que siempre sorprende y que también estuvieron ahí cuando simplemente me sentía feliz o quería sentirme así…

Durante la noche, el ex Beatle dedicó canciones a su actual esposa Nancy, a su amada y desaparecida Linda, a George le dedicó una hermosa interpretación de “Something”, y a John le cantó “Here Today”, una sentida canción escrita por Paul para, este, su gran amigo… Claro, eso atrajo fácilmente mis lágrimas, nuevamente, no solo porque Lennon es mi Beatle favorito, sino porque nunca había escuchado esa pieza tan hermosa…


Los detalles técnicos del concierto fueron increíbles y, claro, se alejan en mucho de aquellos años en que los cuatro muchachos tocaban sus instrumentos entre una gritería que no les permitía ni siquiera escucharse a ellos mismos… Nuevos temas y los éxitos de The Wings también se mezclaron en la cita. Por ejemplo, “Live & Let Die” fue el éxtasis de la noche, justo en el medio del espectáculo, la energía rockera fue cuidadosamente acompañada con juegos pirotécnicos que simplemente penetraron en el punto exacto para hacer estallar los corazones, entre esos, el mío…

La noche transcurría alegre, nostálgica e inyectada y yo no quería que el final llegara, pero como dicen: “todo lo bueno tiene que terminar”… Fue así como el cierre cayó con más rock, al ritmo de “Helter Skelter”, y un cierre caluroso y preciso compuesto por “Golden Slumbers” / “Carry That Weight” / “The End”.

De esta forma, después de casi tres horas, Paul y su banda dijeron adiós definitivamente, dejando ahora solo el recuerdo de cada detalle en mi mente: Paul hablando español, Paul espantando a un “abejón de mayo” que se posó en su camisa mientras tocaba el piano (que bien podría decirse que es un “beetle”), Paul tocando con su guitarra de los 60’s, Paul musicalizando “Oe-oe-oeeeee”, Paul y su mismo humor de siempre… Miles de emociones entremezcladas con la música de esta leyenda que hizo y sigue haciendo historia, aún sin la compañía de sus otros tres cómplices.


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Esta pieza no apareció esta noche, pero queda muy apropiada para el cierre de esta entrada (además que es una de mis favoritas):

There are places I remember
All my life, though some have changed
Some forever not for better
Some have gone and some remain
All these places had their moments
With lovers and friends
I still can recall
Some are dead and some are living
In my life I've loved them all
IN MY LIFE (Lennon / McCartney)

Retomo la entrada que dio inicio a esta aventura bloguera, por si se les antoja: "Hoy tengo ganas de escribir sobre los grandes" 

Katmarce—

sábado, 12 de abril de 2014

UNA PRECIADA COMPAÑERA


Reserva Biológica Lomas Barbudal, Guanacaste, Costa Rica
Sentada aquí, en la cima de una piedra porosa, con el agua hasta los tobillos, entre los árboles y pájaros que habitan en este río iluminado por el sol de la tarde, disfruto de tu compañía cristalina, suave, refrescante, alegre, intensa y vital.

Al principio, en la escuela me decían que tu presencia era inagotable. Hoy, ya sabemos que eso es una utopía.

El sol de verano cada vez se vuelve más inclemente y sus rayos te abrazan con tanta fuerza que te evaporan como un suspiro profundo. Probablemente aún falte mucho tiempo para experimentar tu extinción; sin embargo, en nuestros días ya resentimos las limitaciones de tu ausencia. Una ausencia que a veces me parece manipulada por algunos que quieren favorecer a otros, a costa de quienes sufrimos prolongados recortes diarios de tu estadía en casa.

En esos momentos de racionamientos obligados, pienso en el día en que ya no estés aquí con nosotros. Seguramente será un acontecimiento aún más devastador que la misma furia de tu abundancia y también será el inicio de una nueva era para nuestra humanidad, justo cuando finalmente te eleves, etérea y transparente, en un viaje sin regreso hacia la atmósfera y más allá.

Katmarce-- 

martes, 11 de marzo de 2014

LA CARA PERVERSA DEL SER HUMANO


¿Se despierta sin saber dónde está, qué día es, qué le pasó y…, sobretodo, dónde está toda la gente?... Bueno, es así como empieza la historia entorno a The Walking Dead, una serie de zombies y algo más, basada en una historieta del mismo nombre.

Confieso que al inicio me resistía a verla (no soy muy fan de las historias de zombies), pero conforme fueron pasando los capítulos de la primera temporada (y subsiguientes), me enganchó la trama.

Y es que entre la sangre y podredumbre de las imágenes, también se rescata un tema aún más interesante y que está a flor de piel en los hilos que tejen el drama y el suspenso de esta serie. Se trata de esa lucha que existe entre el lado oscuro de los seres humanos y la luz de las buenas intenciones que sobreviven entre la desesperanza.

Yo pensaría que en una situación catastrófica, donde pocos tienen la fortuna de mantenerse en pie y se requiere la unión y cooperación para salir adelante, las diferencias se podrían dejar de lado para luchar por un bien común. Esa es mi visión positiva y algo inocente de la vida.

Sin embargo, la serie aplasta esa percepción y nos muestra una realidad un poco diferente, donde el egoísmo, el deseo de poder y la desconfianza muchas veces prevalecen para causar un desastre mayor del que podría ocasionar una horda de seres inanimados y hambrientos de carne fresca.

Somos humanos. Difícilmente borraremos de nuestro ADN esa naturaleza ambivalente y compleja que conduce nuestro accionar. Y como lección aprendida a lo largo de estas cinco temporadas de The Walking Dead (y de lo que muchas veces podemos ver a través de la pantalla de los noticieros actuales), diría que la lógica no siempre se impone y aún en la decadencia, el lado oscuro del ser humano podría ser más perverso que la misma situación que lo desata.

Katmarce—