sábado, 3 de mayo de 2014

UNA "TAFIES" MUSICAL MUY PERSONAL


¿Cómo llegué a ese álbum doble de mi papá?... No lo sé con exactitud, eso solo lo podrían recordar mis progenitores… Lo cierto es que aún sin haber entrado al kínder, siendo hija única (en aquel momento), yo debía encontrar la diversión entre las matas de café que rodeaban la casa donde vivíamos, los árboles de naranja, jocotes, cas, mango y las chayoteras (que tanto me gustaban), entre otras riquezas; todo eso fertilizaba mi imaginación y me acompañaba en mis largos momentos de silencio (que aún me gusta conservar en ciertas circunstancias).

Pero llegó ese álbum doble, de portada plateada, con cuatro caras animadas. Las letras cursivas, celeste plata, decían “Rock ‘n Roll Music” (eso lo supe mucho tiempo después, por supuesto) y arriba el distintivo “The Beatles”… El hechizo llegó a mi vida… Ese disco, que un tiempo después desapareció de mi casa, fue mi compañero de juego recurrente. Tardes incontables escuchando esa música pegajosa y aunque no entendía ni una palabra, no hacía falta, yo igual la disfrutaba, la tarareaba y creo que hasta la bailaba…

Dejaré otras de mis anécdotas “beatlerianas” para posteriores entradas.  Por ahora, solo basta decir que han sido más de 30 años de admiración a la música de este grupo leyenda de todos los tiempos, periodo en el cual han desfilado ante mis curiosos ojos sus videos, caricaturas, especiales conmemorativos, sus películas, documentales, historias de conspiración... Todo eso ha alimentado una admiración única, tan grande como el submarino que da nombre a este blog y que bordea mi corazón…

De esta forma, queda bastante claro que uno de mis grandes deseos, cuando veía algunas presentaciones en blanco y negro, de The Beatles, en televisión, era convertirme en una de esas mujeres histéricas que tuvieron el privilegio de verlos –aunque tal vez no escucharlos- en vivo. Pero con la muerte de John y, la posterior partida de Harrison, esos sueños eran cada más platónicos.

El sueño hecho realidad.

Desde el año pasado, los rumores llegaban pero yo no creía… Hasta que este 1ero de mayo del 2014 lo vi ante mis ojos… Paul McCartney inundó el escenario del Estadio Nacional con su carisma, su majestuosidad, su alegría, su energía, su voz y su arte… Y en instantes me convertí en una de aquellas chicas histéricas de la tele que, en lugar de cantar y bailar, se ponían a llorar entre gritos ahogados y manías obsesivas… En mis adentros, siempre supe que sería así…

"All my loving" con la misma guitarra que usó
para componer esta canción
 A las 8.15 pm, Sir Paul abrió la "tafies" en suelo tico con “Eight Days a Week” y continuó un viaje entre aquellas canciones que pintaron mis tardes de juegos en soledad, que me acompañaron a superar desamores de una adolescencia complicada (como todas), decepciones en una sociedad que siempre sorprende y que también estuvieron ahí cuando simplemente me sentía feliz o quería sentirme así…

Durante la noche, el ex Beatle dedicó canciones a su actual esposa Nancy, a su amada y desaparecida Linda, a George le dedicó una hermosa interpretación de “Something”, y a John le cantó “Here Today”, una sentida canción escrita por Paul para, este, su gran amigo… Claro, eso atrajo fácilmente mis lágrimas, nuevamente, no solo porque Lennon es mi Beatle favorito, sino porque nunca había escuchado esa pieza tan hermosa…


Los detalles técnicos del concierto fueron increíbles y, claro, se alejan en mucho de aquellos años en que los cuatro muchachos tocaban sus instrumentos entre una gritería que no les permitía ni siquiera escucharse a ellos mismos… Nuevos temas y los éxitos de The Wings también se mezclaron en la cita. Por ejemplo, “Live & Let Die” fue el éxtasis de la noche, justo en el medio del espectáculo, la energía rockera fue cuidadosamente acompañada con juegos pirotécnicos que simplemente penetraron en el punto exacto para hacer estallar los corazones, entre esos, el mío…

La noche transcurría alegre, nostálgica e inyectada y yo no quería que el final llegara, pero como dicen: “todo lo bueno tiene que terminar”… Fue así como el cierre cayó con más rock, al ritmo de “Helter Skelter”, y un cierre caluroso y preciso compuesto por “Golden Slumbers” / “Carry That Weight” / “The End”.

De esta forma, después de casi tres horas, Paul y su banda dijeron adiós definitivamente, dejando ahora solo el recuerdo de cada detalle en mi mente: Paul hablando español, Paul espantando a un “abejón de mayo” que se posó en su camisa mientras tocaba el piano (que bien podría decirse que es un “beetle”), Paul tocando con su guitarra de los 60’s, Paul musicalizando “Oe-oe-oeeeee”, Paul y su mismo humor de siempre… Miles de emociones entremezcladas con la música de esta leyenda que hizo y sigue haciendo historia, aún sin la compañía de sus otros tres cómplices.


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Esta pieza no apareció esta noche, pero queda muy apropiada para el cierre de esta entrada (además que es una de mis favoritas):

There are places I remember
All my life, though some have changed
Some forever not for better
Some have gone and some remain
All these places had their moments
With lovers and friends
I still can recall
Some are dead and some are living
In my life I've loved them all
IN MY LIFE (Lennon / McCartney)

Retomo la entrada que dio inicio a esta aventura bloguera, por si se les antoja: "Hoy tengo ganas de escribir sobre los grandes" 

Katmarce—