viernes, 21 de diciembre de 2012

¡LLEGÓ EL FIN DEL MUNDO!



Llevo algunos años escuchando sobre este tema de la profecía Maya. Era de esperarse que conforme se acercara la temida fecha (21 de diciembre del 2012), la cosa se iba a poner más candente. Los medios nos han inundado de temores y, por dicha, investigaciones serias como la de National Geographic develaron información que descarta la clarividencia catastrófica de esta cultura que siempre ha estado envuelta en una nube de misterio.

Hoy se me antojó escribir sobre este tema, algo trillado (lo confieso), porque lo que sí estoy convencida es que estamos viviendo tiempos difíciles. Algunas de las teorías que rodean a la interpretación de un fin del mundo predicho por los Mayas, hablan de que se trata de un punto y aparte. El antes y el después de un periodo para la civilización.

Para ellos se relacionaba más con sus propias estructuras políticas, económicas y sociales. Pero yo estoy convencida que si ellos pudieron predecir algo, debieron haberse anticipado de alguna forma a todo lo que nuestro planeta está sosteniendo en sus manos: un cambio climático devastador producto del abuso hecho por el mismo hombre, una vida más agitada que, a su vez, genera más enfermedades, violencia, pérdida de la tolerancia y el respeto entre las especies que habitamos el planeta azul; en fin, una sociedad en detrimento, poco consciente de que está perdiendo el rumbo.

Claro que estamos viviendo un cambio drástico… Claro que todo esto detonará en algo importante… Lo que no sabemos es qué o cuándo encenderá esa chispa que acelerará ese momento. Puede ser un meteorito (como sucedió con los dinosaurios), puede ser el mismo hombre gobernado por ese lado oscuro cada vez más latente, puede ser la Madre Naturaleza que simplemente decida quitarse de encima tanto alboroto, o puede ser todo lo contrario, que la especie humana alcance una consciencia espiritual suficientemente importante que le permita limpiar los escombros de sus malas decisiones y acciones del pasado.

En lo personal, me causa un poco de tristeza el sentir que hemos llegado tan lejos con los avances tecnológicos y la ciencia, pero esto a su vez ha generado un profundo desgaste en la parte humana. Entre tanta cosa que he escuchado, se dice que la Atlántida (si alguna vez existió), desapareció justo en el momento de su mayor cúspide en el conocimiento. Pueden que sean solamente leyendas, pero esto me suena particularmente semejante a lo que sucede en nuestros días.

Hoy, muchos están a la espera de alguna catástrofe mundial. Por ejemplo, por ahí anda un astrólogo tico que debe estar en alguna montaña secreta de nuestro país con un grupo de gente que también creyó sobre un mensaje divino que le indicaba que ese sería el mejor lugar para sobrevivir y repoblar el planeta (historia verídica publicada en la Revista Dominical)…

Ante estos mensajes tan alarmantes, lo mejor es reservarse un poco de ignorancia sobre el futuro; así nos enfocamos mejor sobre cómo aprovechar el presente de la mejor forma, sonreír lo suficiente, querer otro tanto, disfrutar las bellezas de la vida, lugares y personas … En fin… Mi fin del mundo llegará cuando me tenga que alcanzar y yo espero, para ese entonces, haber acumulado muchas experiencias lindas que me faciliten pasar el tiempo sin tiempo en el más allá.

… Mientras tanto, mañana será otro día…

Katmarce—