lunes, 15 de octubre de 2012

RELATO DE UNA NUEVA VIDA

Foto facilitada por Carlos Chacón
http://www.conlaluzdisponible.blogspot.com/
Mi nacimiento fue un poco traumático. Antes de ese instante, vivía en un mundo de inconsciencia. No habían días, ni noches, ni estrellas, ni flores…, solo momentos de matices grisáceos, en donde la luz apenas perceptible se desvanecía en los microsegundos de la creación misma del cuerpo.

El hogar temporal que me daba cobijo si acaso me permitía el desarrollo de la nueva morfología, una muy diferente a la que tuve en días anteriores, en una vida de vagos recuerdos. Pero el llamado de la naturaleza es más fuerte que cualquier viento huracanado y pronto empecé a salir del capullo delgado que me mantenía alejada de las bellezas del jardín.

La salida fue lenta y paciente como el andar de los rayos del sol entre las hojas. Todas las mariposas nos tomamos nuestro tiempo para acostumbrarnos a la nueva temperatura, al aire, a conocer al detalle las bondades de todas nuestras partes. No es fácil pasar de una vida monótona de arrastre, a la libertad que nos confieren nuestras alas.

Al fin, en algún momento sin hora encontré la fuerza necesaria para estirar esos grandes pliegos que cuelgan a mis costados y volé... Dicen que son brazos de colores, pero en realidad no sé reconocerlos.

Hoy, ha pasado mucho tiempo desde ese primer viaje. He probado los néctares de muchas flores, incluso de frutos maduros, he volado largas distancias y he conocido más como yo, pequeñas criaturas con muchas aventuras que compartir…

No sé cuánto me queda de vida. No me interesa. Lo único que tengo claro es que aún cuento con la fuerza suficiente para muchos más revoloteos, para atracar en el polen de las flores del jardín y descansar entre el fresco de las hojas verdes de superficie irresistible.

Katmarce—