martes, 29 de noviembre de 2011

SE REQUIERE ENFOQUE EN LO REALMENTE IMPORTANTE


Falta solidaridad, organización y un frente común para defendernos del Plan Fiscal
En este momento mis sentimientos pasean entre las calles de la indignación y la preocupación. Todo lo que está sucediendo en nuestro país es reflejo de una insatisfacción general ante la incompetencia de los gobernantes, malas administraciones, leyes débiles y falta de liderazgo.

Cada día nos despertamos ante una nueva protesta: los taxistas aplican tortuguismo en las calles, los gasolineros dejan de abastecer las estaciones de servicio durante un día, los motociclistas marchan contra el aumento en los marchamos, los anestesiólogos y los médicos luchan irresponsablemente por sus privilegios, anteponiendo sus intereses particulares por sobre la salud de todos los costarricenses… ¡Qué mal!

En lo personal, me siento en medio de un caos. Siento como si un torbellino estuviera naciendo con el impulso necesario para convertirse en huracán, pero lo peor de todo es que no tiene un rumbo definido y nos va a dejar destechados a todos.

No quisiera pensar que existe mano negra detrás de estos movimientos desarticulados solo para crear una nube de humo ante algo todavía peor que es la aprobación de un Plan Fiscal inconsistente e injusto. Más bien deseo pensar que al final, todos nos uniremos en un frente común que obligue a la clase política a trabajar como se debe, en busca del bienestar común.

Mucho se ha dicho del Plan Fiscal y tampoco soy una entendida en la materia, pero entre lo que he leído y conversado con los que más saben del tema queda evidente que nos van a sonar. No solo se trata de una imposición de un 1% de más en lo que se conoce hasta ahora como el Impuesto de Ventas, sino que también se amplía su aplicación a otros servicios y productos que hoy están exentos.

¿Quién no tiene un préstamo en estos días?, ya sea a través de una tarjeta de crédito o porque ha comprado algún electrodoméstico a pagos en algún local comercial, son pocas personas las que están libre de pecado. Es así como todos estos mortales (incluyéndome), el otro año tendremos que agregarle a nuestra cuota mensual un 14% de más sobre el monto que pagamos de intereses, en caso de que el proyecto sea aprobado.

¿Y qué me dicen de los servicios de electricidad y agua?... El Gobierno dice que no nos preocupemos porque no se gravarán… ¡ERROR!... Resulta ser que quienes consumen más de 250 Kw/h en electricidad o 40 metros cúbicos de agua por mes deberán pagar el 14% del IVA.

La famosa canasta básica que agrupa productos “esenciales” para vivir dignamente y que están libres del pago de impuestos, se pretende recortar en 600 productos aproximadamente, lo que quiere decir que estos 600 productos, que hoy están libres del Impuesto de Ventas, nos costarán un 14% más caros para el otro año. Y esos son solo algunos ejemplos.

No conformándose con el impacto directo, las nuevas cargas también perjudicarán a profesionales independientes y pequeñas y medianas empresas que posiblemente se verán en aprietos económicos para seguir manteniendo a muchas familias que dependen de su existencia.

De esta forma, no solo se trata de afectar a grandes compañías extranjeras o a las instaladas en las Zonas Francas (que también están luchando por mantener sus inversiones en el país), sino que se trata de poner en riesgo la estabilidad de todo el país y la estabilidad individual de cada uno de nosotros al trasladar estas cargas a los ticos en general.

El dinero perderá su valor actual. Todos nos veremos estrujados. Por eso, es necesario hacer consciencia y unirnos como pueblo solidario para que exijamos un mejor control en la recaudación de impuestos y una revisión detallada de esas injustas cargas impositivas, ya que éstas solo se convertirán en remedios paliativos para solventar momentáneamente el verdadero problema.

Katmarce—

domingo, 13 de noviembre de 2011

ANCLADA EN UNA RAMA SECA


Foto tomada del eltiempohabitado.wordpress.com
Es solo una cinta gruesa de tela amarrada a una rama seca de un árbol.  Un retazo descolorido que alguien dejó ahí, algo carcomido por el tiempo y la intemperie.  En esta época del año, el viento es fresco y un poco más fuerte de lo normal, por lo que el trozo alargado de algodón y poliéster ondula en un saludo eterno al compás de la corriente de aire.

Es noviembre… Y la brisa particularmente es deliciosa al contacto. El viento sacude todo lo que se le enfrenta, de forma delicada pero rígida. Su aliento es frío pero a la vez encierra una calidez natural propia de los recuerdos y de noches antiguas colmadas de charlas animadas. Esa mano transparente que alienta a la cinta ondeante se introduce sigilosa en mi pelo y me acaricia de una forma única, como lo haría un enamorado en un primer encuentro por mucho tiempo anhelado. Yo simplemente cierro los ojos y sonrío.

Es de noche. Una noche espectacular que combina perfectamente con la corriente de aire y con la cinta solitaria que lucha por desatarse del ancla impuesta por unas manos incautas y desconocedoras de este desesperante final.

La negrura de la noche es tan profunda como el vacío que aún distancia al tiempo, el espacio y el conocimiento; sin embargo, una luna vibrante se impone al igual que aquellos reyes que lideraban grandes batallas desde tronos de oro con lanzas listas para salir a combate.  El círculo perfecto de luz blanca matiza los grises y amarillos tétricos entremezclados con las escamosas nubes, a veces acomodadas en forma de escalerilla y otras veces como pinceladas en movimiento rápido hechas por un novato pintor entusiasmado.

Sin ningún aviso, una ráfaga más fuerte reclama su espacio y la cinta nuevamente pide a gritos su liberación. Algunas esquinas ceden pero no lo suficiente. Faltarán muchas noches como esta, muchas brisas tormentosas que le permitan al fin encontrar la paz y la libertad necesaria para llegar a nuevas ramas y horizontes de celajes nocturnos, silenciosos y algo embarrados por la nostalgia de suspiros olvidados.

Todos cargamos cintas como esta en el corazón, junto con muchas noches de luna llena y brisa fresca que revolotean entre la piel y el alma. Telas alargadas que solamente se convierten en un pequeño adorno desnutrido de un lienzo muerto, una pieza fuera de contexto que añade un signo de interrogación al conjunto.

Katmarce—