domingo, 30 de octubre de 2011

UN BESO FURTIVO

Foto tomada de enriquecaballos.blogspot.com

La respiración era entrecortada. La excitación era evidente. En cada latido del corazón se ocultaba el deseo largamente almacenado en la jaula de la tentación y que ahora se escabullía en bocanadas de aire que se esparcían por un par de labios fundidos en un cálido e intenso beso.

La humedad llenaba cada espacio imaginable entre esos labios carnosos, sonrojados y trémulos que eran guiados por el impulso de un anhelo compartido de forma cómplice y silenciosa.

Un beso eterno, intensamente deseado, con sabor a chocolate amargo y a jengibre. Un beso con paso lento al inicio y un caminar en constante aceleración, conforme el frenesí se desparramaba a través de los cuerpos estremecidos que se escondían en un pasillo oscuro, al final de un callejón. Era un rincón desbordado por la ansiedad, donde apenas se escuchaba a lo lejos el murmullo de una fiesta concurrida en otro mundo que reprocharía lo que ocurría aquí de forma clandestina.

La noche era fría y contrastaba con unas pequeñas muestras de lluvia que se deslizaban entre esos cuerpos que apenas dejaban espacio para la imaginación. Él la lanzó contra la pared y ella quedó desarmada. Su mente la impulsaba a detener el momento, pero su cuerpo quería más.

Con el mismo ímpetu que los animales salvajes defienden a sus crías, la pareja dejó libre sus instintos por medio de sus bocas y se sumieron en el hechizo de la pasión. Buscaban saciar esas fantasías de medianoche tantas veces repasadas en sus mentes, al mismo tiempo que esperaban ahuyentar el tormento que esta prolongada espera les había ocasionado.

Fueron solo unos minutos, no más que eso… Hubo caricias, hubo fuego, hubo humedad, hubo sangre…  No hizo falta desvestirse; eso salía sobrando.

La estocada final llegó tan apetitosa como la entrada de este banquete. El femenino cuello candente, como si acumulara lava a punto de brotar en erupción, se presentaba limpio y bien formado. Era un lienzo plano, vibrante y suave al tacto, justo como se requería para clavar los dientes finos y sedientos de sangre viva.

El galán seductor no esperó más, su lengua probó el dulce sabor de la piel de la mujer que se erizó con el delicado contacto. Un fuerte apretón al cuerpo de la víctima paralizada y un último beso arrebatador en su cuello fueron los elementos que anunciaron el clímax de esta ópera interpretada por una soprano imaginaria que lanzó su nota más alta en el momento en que el vampiro le regaló la eternidad a su presa, a través de un último desliz de pasión prohibida.

Katmarce—

sábado, 22 de octubre de 2011

LOS OSCUROS INSTINTOS HUMANOS


Muamar Gadafi ensangrentado pide clemencia ante sus atacantes encapuchados que lo agreden a golpes a pesar de la sangre que brota desde su cabeza.  Eso es lo que muestran las imágenes de los últimos minutos de vida del que fuera dictador de Libia por más de 40 años, mismas que han recorrido gran parte de los televisores del planeta.

Gracias a este documento visual, hoy se desata la controversia sobre si en realidad el dictador murió a causa de un intercambio de disparos o fue ejecutado a sangre fría. Esto le tocará decidirlo a los organismos internacionales que ya están realizando investigaciones para dar con un veredicto; por lo pronto, el señor ya está muerto y en su tumba, junto con sus restos mortales, también se consumen todas las atrocidades cometidas a un pueblo oprimido por la pobreza.

Precisamente al ver las imágenes que hoy son causa de esta polémica, pienso: “He aquí la grabación de la máxima expresión de los bajos instintos humanos”.

Hay quienes dicen: “él le hizo mucho daño a mucha gente”. Cierto, eso nadie lo niega. Pero, ¿es loable caer a su mismo nivel de barbarie para sentir que se hace “justicia”?... No lo sé… Los árabes definitivamente poseen una cultura muy diferente a la nuestra. Incluso mi forma de pensar es muchas veces tan ambivalente que eso me lleva a caer en contradicciones.

A pesar de ello, me parece que lo ocurrido nos ayuda a poner las barbas en remojo con un poco de reflexión sobre esos instintos primitivos que llevamos por dentro: el deseo de venganza, la ira, el odio, la incapacidad de perdonar y de ser compasivos con los demás.

No soy quien para juzgar las actuaciones de otras personas (por ahí decían: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”), yo no tengo las agallas para lanzar esa piedra, pero al menos este hecho histórico, del cual hoy somos testigos, me lleva a recapacitar sobre cuán capaz es el ser humano para dejarse llevar por el “lado oscuro” de sus pasiones y cuánto camino nos falta por recorrer para convertirnos en una especie avanzada en términos espirituales (no religiosos).

Katmarce—

lunes, 17 de octubre de 2011

LA OTRA CARA DE UN ADIÓS (iv)

Las lágrimas no cesaban a pesar de que había jurado no llorar.  Cuando él la llamó y le dijo: “tenemos que hablar”, su corazón inició un proceso acelerado de deshidratación y el frío de invierno se apoderó de sus extremidades.

La banca metálica antiguo lugar de cálidos besos, ahora se convertía en la carta perfecta que complementaba el juego de palabras de un adiós apresurado e irremediable. “Es hora de partir”, dijo él. Mientras tanto, la mujer trataba de encadenar las palabras, pero estas se liberaron de las ataduras que las contenían en su lecho de silencio: “aún te quiero”, se oyó decir distraída con una voz trémula e intimidada por la respuesta recibida a continuación: “yo te quise en algún momento, pero ya no”...

Eso fue devastador. No hay mañana. No hay dudas. La sentencia fue firme y demoledora. Ahora no solo sus extremidades estaban frías, sino sus entrañas empezaban a congelarse con la ráfaga helada proveniente de una mirada indiferente que había perdido su color y forma.

Es hora de irme”, dijo el joven un poco inquieto por la situación. Era evidente que él deseaba estar en cualquier parte, menos en esa banca árida del concurrido parque. La mujer no pudo contenerse más y dejó salir sus primeras lágrimas que ya eran demasiadas como para mantenerlas en el anonimato.

Su alma le pedía a gritos un último contacto y mecánicamente tomó aquellas manos fuertes que hoy se sentían como cenizas apagadas, recuerdo de un fuego intenso de muchas noches cálidas: “¿nos volveremos a ver?”... Él respondió con un “tal vez” a secas. Ella sabía que era una respuesta diplomática porque el tono delataba la vaga intención que traspasaba todo su ser.

Con un beso glacial en la mejilla, el muchacho al fin se levantó de la banca y partió sin mirar atrás. En ese instante, la mujer sintió cómo se convertía en una isla de hielo flotante a la deriva, sin asidero en las profundidades y dejándose llevar por corrientes más templadas que llegaban de múltiples lugares. A continuación, un fuerte estallido en su pecho le produjo un hondo suspiro acompañado por la furia de un río incontenible de dolor que encontró su naciente en los ojos marrones que ahora se teñían de soledad.

Katmarce—

PD: Esta entrada corresponde a la otra perspectiva de un relato anterior:

sábado, 8 de octubre de 2011

DESDE MI ÓPTICA

Gracias a todos mis amigos (as) blogueros (as) que me han preguntado el motivo de mi reciente silencio. No hay mucho misterio en eso, simplemente  se trata de una mezcla de varios factores: mucho trabajo, un pequeño bloqueo mental y, por otro lado, me he dado a la tarea de ocupar mi tiempo en otros pasatiempos que también me producen mucha satisfacción.

De ahí nace esta entrada, en la que les comparto algunas fotografías que he logrado capturar en esta constante experimentación mía para mejorar la técnica y buscar buenas composiciones, mientras espero algún día tener un equipo profesional para lograr mejores resultados

Espero disfruten las composiciones e imágenes que encierran tanto significado y sentimiento como mis textos.

Pronto regresaré con más letras.

Katmarce--

Entre pinceles y libros




Estrella hecha flor



Nísperos en su tinta




Un blanco de muerte




Colores en contraste